Seguimos con la serie de artículos de Adela Ferrer. Como siempre, os recomendamos que leáis los efectos de esta estrella en la guía de Vivian Robson disponible en el Campus.
LIBRO RECOMENDADO POR CAMPUS ASTROLOGÍA:
LAS ESTRELLAS FIJAS Y LAS CONSTELACIONES, de Vivian Robson.
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Vamos a ver un curioso ejemplo de Manilio, la estrella Canopus, alfa de la actual constelación de la Carena, proa de la que fue la enorme constelación de Argo,
la Nave en la que los argonautas, al mando de Jasón, se embarcaron para ir a la búsqueda del vellocino de oro.
“Todo el que nace cuando ocupa el MC, será …“piloto de nave [lógicamente], pegado al timón y sin moverse, cambiará la tierra por el mar, perseguirá la fortuna con los vientos: [al tiempo que Canopus está en el Meridiano superior, culmina también la constelación de Géminis, los dioscuros son protectores de los navegantes y generadores de los fuegos de san Telmo según Eratóstenes]; y querrá atravesar en sus barcos el mar entero y otros climas…
Bajo la guía del nativo la propia tierra se une a sí misma y se hace venir a todo el mundo por medio de los vientos para el intercambio de productos. (Muy propio de los nativos con Géminis en el MC)
Pero la estrella Canopus no es visible desde Roma, y se supone que Manilio copió las posiciones estelares de algún catálogo anterior.
Canopus en un círculo amarillo y Géminis, en uno rojo.
No es del todo imposible que estas paranatellonta de Manilio provengan de tradiciones muy antiguas, de antiguos calendarios astrales,
hitos o “marcas celestes” para medir el inicio de las estaciones, el tiempo de la migración de los atunes, o de la llegada de la época de lluvias.
Días muy concretos del año, días “sagrados”, que en el caso de Manilio quizá se inspiren en el “Parapegma” de Gémino de Rodas (un calendario astronómico del 70 a.C.), unos días determinados en el ciclo anual en los que tres cuartos de hora antes de salir el Sol (con el Sol a unos 12º por debajo del Ascendente) se producía una de esos hermosos fenómenos celestes: el orto helíaco de una determinada estrella o constelación al tiempo que otra estrella importante ocupaba el MC y otra se ocultaba.
De hecho, sabemos que algunos ortos helíacos –como el de Sirio- eran hitos fundamentales en el calendario agrícola, Por ejemplo, las festividades del solsticio de invierno –la actual Navidad- se iniciaban cuando, con la aurora, se levantaban Shaula y Lesath, las dos estrellas del aguijón de la constelación del Escorpio llamadas en España “los ojitos de santa Lucía”, cuya fiesta religiosa se celebra actualmente el 13 de diciembre.
Señalados en un círculo rojo, los “ojitos de santa Lucía”
Para más información, consultar: http://cabanuel.webcindario.com/folk8.pdf
De forma que todo el día de santa Lucía (con el Sol en un determinado grado zodiacal), no sólo el momento de la aurora, es el día clave de una festividad mágico-religiosa.
Actual fiesta de santa Lucía en Suecia
El por qué del influjo que astrológicamente se le supone a las estrellas quizá haya que buscarlo en tiempos muy lejanos, en aquellos -y estos- días sagrados, en las 24 horas en las que el Sol se hallaba en un determinado grado del zodíaco, un día especialísimo porque, como mensajeras del amanecer solar, habían ocupado los ángulos ciertas estrellas, y qué duda cabe que quien naciera en uno de esos días “magicos”, estaba señalado por las estrellas.