Aplicada a las relaciones humanas, la Astrología es preciosa: señala los errores que debemos evitar y revela las cuerdas sensibles que conviene hacer vibrar. Ayudando a comprender a los demás, predica indirectamente la indulgencia, la medida dentro de las exigencias, señalando los recursos individuales ocultos. El examen de un tema astrológico permite esclarecer a los padres sobre las orientaciones que los niños llevan encerrados en sí mismos, pues no demuestran para nada sus disposiciones latentes. Los símbolos hablan, mientras el sujeto se ignora a sí mismo y guarda silencio.Haciendo abstracción de las aplicaciones prácticas, la Astrología merece sobrevivir en razón de la filosofía que se desprende de su simbolismo.
Especialista en la materia, el autor deja constancia de las nociones inapreciables que debe a la tradición astrológica. Sepamos, pues, apreciar una herencia que se remonta a más de cincuenta siglos y escrutémosla con el piadoso respeto que merecen los esfuerzos del espíritu humano.