Creer no es aceptar esto o lo otro, sino querer que las cosas sean de una determinada manera; hay en la fe más voluntad que conformidad y entrega del intelecto. Quien cree en la astrología, quiere, pues, que el mundo tenga aquella significación que enuncia la astrología, y quien no cree en ella, no quiere tal significación. Cuando alguien manifiesta: «No puedo admitir que los cuerpos espaciales hayan de ver con el hombre y su destino, pues el destino es carácter, y los astros, piedras», está expresando, en realidad: «No quiero que exista un mundo así». Lo mismo sucede cuando alguien formula lo contrario.
La fe crea prenociones, y éstas engendran nociones que, a su vez, configuran concepciones. De tal forma, una concepción es el desarrollo o despliegue de una fe. De ahí se deduce que todo sistema de pensamiento resulta la exposición de un querer.
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