Acerca de la doctrina según la cual aquel nativo que tenga en su nacimiento estrellas fijas de primera o segunda magnitud en conjunción a los ángulos o en conjunción a las luminarias, será muy famoso e importante y alcanzará un alto grado social y, como literalmente escribió Ben Ragel: “Si es de linaje de reyes, reinará”.
Es probable que proceda de la constatación del fenómeno de salidas, culminaciones y/u ocasos simultáneos de varias estrellas, las paranatellonta, cuya observación es universal -en todas las culturas y latitudes de nuestro planeta se han observado con fines de pronóstico: ya del tiempo meteorológico, ya del ajuste del calendario o ya para fines rituales-.
Aquí vemos un ejemplo de paranatellonta o paran: Proción, del Can Menor, una constelación alejada de la eclíptica, sale por el horizonte Este al tiempo que en el MC o meridiano superior culmina Sheratan, de la constelación zodiacal de Aries.
No perdamos de vista que, como afirma Patricia Kesselman, la “música de fondo” de las estrellas fijas parece tener relación directa con la notoriedad de la persona, que no pasa desapercibida para bien o para mal.
Además de significar fama y de hacer destacar a los nacidos bajo sus influjos, a partir del siglo II a.C., a ciertas estrellas fijas se les atribuyeron influencias muy específicas, incluso en lo referido a la profesión del nativo, que como sabemos se relaciona con el MC.
En cualquier caso, tendremos siempre presente que la intensidad de la influencia de una estrella no es comparable a la de un planeta ni a la de un signo zodiacal.
En el siglo XII vemos que se le resta importancia a las estrellas pertenecientes a constelaciones extra-zodiacales. En el Libro de los Juicios de las Estrellas, Tomo V que trata de Astrología Médica, Ben Ezra dice lo siguiente:
“Si [al inicio de la enfermedad] la Luna se halla junto a una de las estrellas fijas descritas en el Libro I, capítulo II, mira de qué naturaleza es [la estrella], con qué planeta se corresponde, y con arreglo a ello juzgarás su bondad o su maldad. Pero eso solamente sucederá si la estrella fija no tiene mucha latitud [eclíptica], porque en caso contrario no puede hacer ni bien ni mal.”
Sin embargo, el poeta romano Marco Manilio, entre el año 9 antes de Cristo y el 20 después de Cristo -en pleno auge delImperio romano- , escribió un tratado de astrología en verso, cuyo tomo V trata específicamente de las paranatellonta, atribuyendo a algunos asterismos alejados de la banda zodiacal un influjo determinante en la profesión y las inclinaciones del que nacía en tal momento.
El propio Manilio propone que la razón por la que se le otorga a un asterismo determinada influencia sobre el carácter y/o predisposición profesional del nativo es de tipo esotérico o mágico-mítico; es decir, que a partir del mito griego que acompaña a la constelación, las estrellas más importantes de dicha agrupación estelar conferirán al nativo las cualidades propias del personaje mítico; así, las estrellas de la constelación de la Hidra otorgan capacidad para resistir los venenos, las de Andrómeda favorecen el amor conyugal, las del Altar inclinan al sacerdocio o las del Auriga predisponen a ser conductor de cuadrigas, etc.
Pero precisamente el hecho de que Manilio trate de los parans, nos sugiere la “razón astrológica” que a mi juicio subyace en el fondo de su poético discurso.
continuará…
Adela Ferrer.